miércoles, 15 de septiembre de 2010

Inminente final

Me vio con ojos cansados, intuí la desesperanza en su corazón, la tristeza en su alma.
Supo que nadie lo entendería; el desgano, la apatía, solo podrían encontrarse en un ser despreciable.
Se quedó sin sueños, sin ganas de luchar y ahora solo se dejaba llevar.
Era un ente inanimado en una realidad frenética y organizada. El, un ser anómalo y de gustos extraños era considerado por otros como excéntrico.
Su piel avejentada por el paso del tiempo formaba arrugas junto a sus ojos, esos ojos aletargados, inmóviles; ya cansados de vivir, de ser testigos del día a día, de presenciar cada segundo, cada minuto, cada hora.
Ya no sentía rabia, ni temor, ni alegría, y escondido bajo las sábanas predecía su futuro, ¿para qué vivir una historia que ya fue narrada? no sería ni el primero ni el último en representar el papel.
Todo es cíclico y como un día llegó al mundo, también lo dejaría ¿es que acaso algo cambiará bajo el sol? ¿Merece el esfuerzo iniciar algo que tendrá un final anunciado? Un final que quizá demore su espera pero que con él se llevará todos los deseos, rencores y pasiones. Y lo hará como la sombra se lleva la luz, como la lluvia limpia todo a su paso.
El hombre, un conformista inconforme, animal de costumbres, nunca pudo luchar contra su propia naturaleza: ser infeliz.

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